lunes, 1 de febrero de 2016

Ediciones el Purgatorio: editoriales y pseudoeditoriales


El sueño de todo escritor es dar a conocer su obra, y si hay una editorial que lo respalde y apoye en esa labor, muchísimo mejor. No obstante, algunas veces resulta mejor estar “solo que mal acompañado”, específicamente cuando tras de la fachada de una empresa editorial lo que en realidad se esconde es una pseudoeditorial, o como yo le llamo “el purgatorio”.

Hace muchos años, cuando la autopublicación era algo escaso y prácticamente desconocido, la única posibilidad que teníamos los escritores era firmar un contrato con alguna editorial para publicar nuestro trabajo y con ello obtener el reconocimiento moral y económico que implica esta profesión.

Con el paso de los años, aparece la figura del autopublicación en manos de diversas empresas y plataformas (pues la autopublicación no es exclusiva de los ebook ni de internet) que le permiten al autor no sólo gestionar sus libros sino tener todo el control sobre la producción. Sin embargo, parece ser que todavía muchos escritores se muestran renuentes a esta opción, específicamente porque todavía se tiene la creencia de que lo que publica una editorial tiene más calidad que lo que se autopublica (asunto cuestionable que debatiremos en otra ocasión).

¿A qué autor no le gustaría emprender la aventura de la publicación de la mano de expertos?

Por supuesto, existen editoriales serias, algunas con una amplia trayectoria y otras más recientes, pero que a través de su trabajo y el excelente manejo se han posicionado en el mercado y brindan la confianza para que el autor aspire a formar parte de ellas. Son esas editoriales con varias publicaciones, unos representantes serios, editores preparados, ilustradores y otros profesionales dispuestos a realizar un buen trabajo a partir de la obra. Incluso, se dan el lujo de organizar concursos para elegir textos que publicarán en los siguientes meses.

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro y no todas las que se dicen “editoriales” lo son. En los últimos años hemos acudido a varios vergonzosos espectáculos en los que dichas “empresas” han sido desenmascaradas y se ha revelado una serie de irregularidades que no son propias de las editoriales serias.



Por ejemplo, existen editoriales que publican bajo la figura de co-edición, es decir, el autor tiene que pagar por parte de la edición y la producción de la obra, pero que se presentan como editores y que no advierten previamente al autor sobre el pago que deben realizar por ser publicados. Después de que le han hecho firmar el contrato al autor, este se lleva la sorpresa de que debe pagar por un montón de cosas que no le han explicado. Muchos autores prefieren continuar y hacer la inversión esperanzados en que van a recibir beneficios, sin embargo no siempre es así. Son editoriales que corren detrás de los autopublicados y escritores nóveles ofreciéndoles el cielo y la tierra para que publiquen con ellos. ¿Una editorial seria tiene que perseguir autores? Claro que no.

Hace tiempo, me comentaron de una editorial en la que supuestamente no cobraban nada por la edición y la impresión, pero que en el contrato el autor se comprometía a vender por su cuenta 50 ejemplares de la obra como mínimo, y que si el autor no conseguía la cantidad de personas necesarias para comprarlas, tenía que pagar el excedente de su propio bolsillo. Como quien dice, el autor (y sus familiares y amigos o quienes compren dichos ejemplares) son los que terminan financiando la edición.

Otro de los problemas se da con algunas editoriales que publican en formato digital. Algunas de ellas ni siquiera revisan el manuscrito enviado, ni siquiera lo pasan por el corrector ortográfico y mucho menos realizan una revisión de estilo. Es más, he escuchado de editoriales que le dicen a sus autores en que tamaño de papel deben enviarlo, con qué tipo de letra, con que interlineado y todo lo necesario para que ellos tengan que hacer el mínimo esfuerzo a la hora de publicar. Incluso, piden al autor la portada elaborada y en caso de no tenerla, ellos la realizan muchas veces con una calidad dudosa.

Hubo un caso muy sonado hace algunos años. Una “empresa” se hacía pasar por una editorial y recibió muchos manuscritos de autores que después de celebrar un contrato, que tenía la apariencia de ser serio. Resultó que publicaban a través de CreateSpace y que, no solamente nunca les dieron regalías a los autores (incluso se les dijo descaradamente que nunca habían vendido un ejemplar, cuando sus familiares y amigos habían comprado varios) sino que además estos tuvieron que batallar para recuperar los derechos patrimoniales de su obra.

¿Y qué decir de la publicidad y la difusión que hacen estas pseudoeditoriales? Mínima y en la mayoría de casos nula, pues es el autor quien debe acudir a sus propias herramientas de difusión, propaganda e incluso venta de los ejemplares. En estas pseudoeditoriales no hay eventos de lanzamiento, no hacen propaganda en las redes ni en los medios, no invierten dinero en publicidad y por supuesto no dan a conocer al autor.

La pregunta entonces es: ¿vale la pena publicar en esas pseudoeditoriales?



Yo creo que no.

Si lo miramos detenidamente, la única diferencia entre esas pseudoeditoriales y la autopublicación es que le cedes a ellos el derecho patrimonial de tu obra por lo menos por algún tiempo, y con ello el poder de ganar dinero, e incluso, hacer trampas si ellos quieren. En pocas palabras, es una diferencia negativa: en la autopublicación tienes el control monetario de tu obra y de la regalías que recibes por ellas.

Sin embargo, muchos escritores siguen prefiriendo estas pseudoeditoriales sólo por el dudoso placer de decir que están publicados con el respaldo de una editorial.

Tener una obra en dichas editoriales, desde mi punto de vista, es el mismo purgatorio: no estás en el cielo de tener una editorial seria y reconocida que verdaderamente apoye tu trabajo, y tampoco estás en el infierno de que tu obra no sea conocida, estás en el purgatorio con una obra que está pagando la condena de ser vendida y aprovechada por otros que ni te dan el respaldo editorial ni te dan el apoyo publicitario que tu obra necesita. Lo peor es que estás amarrado a ellos a través de un contrato que puede prolongar por varios años la condena de la obra en el purgatorio, sin poder quitarla para ofrecer la otra editorial (y recordemos que las editoriales serias no publican algo que no sea inédito) y mucho menos en el infierno del desconocimiento que te dará la posibilidad de algún día llegar directamente al cielo.

Esta es una de las razones por las cuales yo apoyo la autopublicación. Si en realidad lo único que hacen las pseudoeditoriales es aprovecharse de tu obra, no vale la pena, es preferible hacer todo el trabajo tu solo, y que finalmente los beneficios de ese trabajo lo recibas tú solo.

4 comentarios:

  1. Cuando se tienen experiencias se habla la verdad y lo que dices acá no es ningún cuento ni invento, aplaudo las autoras que no se quedan calladas en cuanto a este tema y lo denuncian, hay "editoriales" que estafan a los autores y todavía tienen el descaro de amenazar con todo y abogados cuando el perjudicado decide actuar, no hay duda que quien solapa las sinverguenzadas es porque también es un sinverguenza, eso está más que claro y comprobado. Muy buen post y hay mucha tela que cortar también, como me dijo una amiga "no hay que dejar títeres con cabeza" jejejeje.

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    1. Itxa,
      Sí, hay autoras que hablan y denuncian (a pesar de las supuestas represalias que tomen esos estafadores con sus corruptos abogados).
      Lamentablemente hay muchos que prefieren guardar silencio y soportar en calma, lo cual propicia que esos bandidos sigan haciendo de las suyas sin ninguna vergüenza.
      Nosotras cumplimos con advertir.
      Un beso.
      BS

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  2. Yo personalmente podría decir mucho al respecto, porque fui víctima de una de esas fraudulentas compañías que lo único que quieren es conseguir dinero con el esfuerzo de otros.
    Lo más triste de todo es que juegan con los sueños y los sentimientos de los autores. Al fin y al cabo, los derechos se recuperan y no te pueden seguir robando, pero ¿y el daño moral? ¿El dolor de que jueguen con tus ilusiones quién te lo paga? ¿La desconfianza que después sientes hacia todos quién te la quita? ¿La tristeza de que vean tu obra como un objeto para ser explotado y por lado quién te la cura? A lo último te queda una cicatriz que muy seguramente ni el tiempo logrará borrar.
    A partir de aquella experiencia me dije que lo más seguro es autopublicar, como dice Brenda, tú mismo tienes el control de tus libros.
    Gracias por la entrada, Brenda, es necesario que la gente sepa lo que está pasando antes de que caigan en las redes de estos estafadores.

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    1. Mary,
      Claro, tú desde tu experiencia sabrás mejor que yo del dolor moral que causan estas pseudoeditoriales. Comprendo que se sientan vulnerados y burlados en su buena fe y buenos deseos, cosa que como dices, nadie repone.
      Y con todo esto que se ha sabido, lo extraño es pensar que a pesar de todo lo que ha pasado y del escándalo, haya quienes todavía caen en ellos...
      BS

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